En un mundo atravesado por la presencia masiva de tecnologías, muchas de nuestras prácticas cotidianas se han transformado. Trabajamos, aprendemos, consumimos, jugamos, hacemos trámites, nos comunicamos, nos informamos y nos entretenemos de un modo muy diferente al de hace pocas décadas. A medida que la tecnología crece e impacta en nuestra sociedad, el concepto de "brecha digital" va cambiando de significado y de alcance. En los primeros años de internet, el concepto de "brecha digital" hacía referencia sólo al acceso a dispositivos y a internet. Esa necesidad sigue vigente y es insoslayable, sin embargo por sí sola la conexión no es suficiente. La brecha digital más urgente e invisible es la diferencia entre aquellas personas que cuentan con las habilidades para hacer un uso significativo de los medios digitales y quienes no y por eso se quedan afuera de las ventajas y oportunidades que brinda la tecnología. Aún si se lograra conectar a toda la población, las brechas persistirían porque su base se relaciona con desigualdades sociales y educativas previas: saber leer, desarrollar el pensamiento crítico, saber comunicarse, resolver problemas y otras habilidades cognitivas. La reducción de estas brechas y el trabajo por la inclusión es un derecho fundamental que requiere un compromiso multisectorial que garantice infraestructura, educación y contenidos de calidad que representen culturalmente a grupos tradicionalmente subrepresentados en el mundo digital: mujeres, poblaciones rurales, indígenas, entre otros. Por eso es tan importante pensar de qué manera acercamos las tecnologías digitales a niños, niñas y adolescentes a fin convertir ese acceso en un uso real, que les permita utilizar la tecnología para aprender, para crear, para expresarse y que puedan empezar a verse a sí mismos/as partícipes del mundo tecnológico de forma activa.Mariela Reiman, directora de Chicos.net
Factores como el contexto sociocultural y económico, la condición de migrante, discapacidad, el origen étnico, la orientación sexual y el género, así como el acceso a conectividad y equipamiento tecnológico, las posibilidades de alfabetización digital e incluso el acceso a educación y a un capital cultural previo, son algunas de las variables que inciden en las oportunidades que infancias y adolescencias tienen para participar en la sociedad digital. Estamos hablando de brechas sociales preexistentes que se trasladan al entorno digital.
Brechas y desafíos para el uso significativo de los medios digitales:
El acceso a los dispositivos y a la conectividad no es suficiente para generar una apropiación significativa de las TIC, ni para mejorar los aprendizajes. Hace unos años se pensó que con el acceso masivo a los dispositivos la brecha tecnológica quedaría saldada. ¡Rápidamente se comprobó que no era así! Se puede tener un dispositivo, se puede tener incluso conectividad gratuita, pero es necesario saldar la brecha en el desarrollo de competencias digitales, es decir, lo que puede lograrse al usar los dispositivos tecnológicos.
Esta brecha se encuentra profundamente relacionada con desigualdades estructurales, por eso en zonas rurales y de bajos recursos suele ser mayor. La escuela y el Estado tienen un rol clave en la promoción de las competencias digitales y nivelación de las diferencias sociales.
Los contenidos multimediales son portadores de representaciones sociales, moldean las formas de percibir, pensar e imaginar nuestro mundo y producen sentidos. La mayor parte de los contenidos a los que acceden chicas y chicos de Latinoamérica no contemplan las particularidades de donde viven. Están en su mayoría desarrollados en los mismos pocos idiomas y no representan la diversidad de comunidades, cosmovisiones y formas de vida de nuestra región. Esta situación tiene consecuencias directas en la construcción de la identidad cultural de las nuevas generaciones latinoamericanas.
De acuerdo con el reporte Brecha de género móvil 2022 (GSMA), las mujeres y las niñas tienen un 16% menos probabilidades que los hombres de usar internet móvil. La inclusión digital de las mujeres en los países de medianos y bajos ingresos se ralentizó en 2021, pues en años anteriores se había logrado acortar la brecha de género de manera más acelerada. La brecha digital de género no es homogénea, sino interseccional y afecta en mayor medida a las mujeres pobres, indígenas, afrodescendientes y rurales.
Por otra parte, la brecha de género se visibiliza también en las variables de uso: las niñas tienen menor acceso al conocimiento y uso de las tecnologías que los niños, lo que limita doblemente su aprovechamiento. También es alarmante la escasa cantidad de mujeres en carreras relacionadas con las ciencias duras y la tecnología.
La diferencia en la apropiación de las tecnologías según la edad, se traduce en un problema al momento de responder a los desafíos que plantea la niñez. Esta realidad demanda una reconfiguración de las estrategias de acompañamiento, de las herramientas para educar y aprender, y la necesidad de redefinir roles, en relaciones más descentralizadas y horizontales.
Implica las diferencias entre las personas que comprenden las lógicas de los servicios de Internet, respecto al uso de datos personales y la influencia de los algoritmos en las decisiones y en la construcción de la realidad sesgada a determinados intereses, y quienes no la comprenden. La brecha se acentúa entre quienes cuentan con las capacidades y herramientas para identificar, discriminar y reaccionar ante la información que reciben (noticias falsas y desinformación, por ejemplo) y quienes no.
Aunque parezca que no tiene consecuencias graves, consumir noticias e información falsa puede llevar a la confusión y a la toma de decisiones erróneas, a la descarga de virus en nuestros dispositivos o el robo de datos personales.
Para ayudar a niños, niñas y adolescentes a desarrollar un pensamiento crítico y reflexivo es fundamental acompañarlos en la adquisición de herramientas que les permitan leer de forma reflexiva los contenidos, pensar las consecuencias de lo que suben y explorar formas de construir su propia identidad.
Colaborá con la edición de los términos