El adultocentrismo es una forma de imponer ideas, modos de actuar y de pensar a los niños, niñas y, especialmente, a los y las adolescentes, desde una perspectiva adulta, sin tener en cuenta sus opiniones e intereses.
El pensamiento adultocéntrico los considera como adultos en formación: se cree que están en una fase de preparación para ser personas maduras y que, recién cuando lleguen a la adultez, podrán integrarse plenamente a la sociedad y entonces sus opiniones serán escuchadas.
Sin embargo, promover su derecho a expresar opiniones y a participar en las decisiones sobre los temas que les afectan es uno de los desafíos que tenemos quienes trabajamos o convivimos con chicos y chicas.
¿Qué hacer para mitigar el adultocentrismo?
Para cambiar el enfoque, es importante
Estas actitudes y conductas son fundamentales en su desarrollo, y además les permitirá aprender a ejercer sus derechos y respetar a las demás personas de forma responsable.
¿Cómo acompañar?
La mayor experiencia que tenemos las personas adultas es la que nos debe ayudar a guiar, proteger y dialogar con ellos y ellas, involucrándonos activamente desde el respeto y la escucha. Podemos acompañar con este tipo de preguntas y comentarios:
Adolescentes en primera persona
Le preguntamos a Ian, de 17 años, ¿qué le diría a una persona adulta sobre cómo dialogar con adolescentes?
“El mundo está diseñado para adultos, no hay mucho espacio para nosotros/as”. Como punto de partida reconocer que la primera necesidad de ellos/as, es ser escuchados/as. Tan simple y tan complejo como eso. Se trata de conocer y reconocer a los y las niños, niñas y adolescentes como co-constructores de su propia infancia particular y única.”
Para conocer más, te invitamos a ver el webinar “El challenge más desafiante: hablar con adolescentes sobre lo que hacen en las redes”