Ya no es novedad que los chicos pasan gran parte del día con las pantallas y que la pandemia intensificó el uso de tecnología.
En esas pantallas interactúan, juegan, se informan, aprenden, se juntan, transgreden, crecen, forman criterios, conocen el mundo con la lente de buscadores y redes. También son presa de algoritmos, publicidades, violencias, estereotipos, desinformación, entre otras situaciones no buscadas. Viven en esos entornos, y podemos afirmar que ha quedado perimido seguir diferenciando lo real de lo virtual. Todo lo que nos pasa en la web es real.
Pero tenemos que visibilizar, que también vivimos en una realidad en la que son muchos aún los niños y las niñas que no tienen garantizado el acceso a la conectividad y a una educación que contemple la ciudadanía digital, que es todo ese bagaje de conocimientos que nos hace personas criteriosas, capaces de elegir, de comprender las lógicas de las redes y de las tendencias digitales, de participar en los temas que nos convocan. ¿Podemos hablar de derechos latentes, derechos a la espera de entrar en funcionamiento? ¿Cuál es la foto hoy?
El informe “Adolescentes en pandemia II” publicado recientemente por Chicos.net, refiere que “para los sectores populares se trata del agotamiento de tener que encontrar la manera de estar conectados con la escuela por limitaciones tecnológicas (falta de conectividad y tecnología)”, incluso se manifiesta en muchos casos un abandono casi total de la escolaridad y la sensación de desazón e impotencia frente a sus circunstancias. En este caso, derechos que no se materializan, principalmente el acceso a la educación a través de Internet, que hoy sigue vigente frente a “burbujas suspendidas”, “contactos estrechos” y una educación que ha incorporado lo digital en su diaria a fuerza de la pandemia.
El relevamiento realizado a 575 niñas, niños, adolescentes y jóvenes de 4 a 25 años en contextos de pobreza y de movilidad humana por el Colectivo de Derechos de Infancia y Adolescencia y Unicef durante la pandemia, reveló las condiciones en que chicos y chicas acceden a conectividad. El 78% de los encuestados manifestó compartir el dispositivo con otros integrantes de la familia, haciendo difícil el seguimiento de todas las actividades e información que facilitan los medios digitales, y solo el 7% recibió el dispositivo desde la escuela. La conectividad es un bien difícil de conseguir, ya sea por la necesidad de comprar datos (29%), o usar conexiones compartidas de baja calidad (11%). Además la desigualdad de género ha jugado su papel, y entre quienes han referido no tener internet, el 76% son mujeres.
Las necesidades están a la vista, y los protagonistas son los niños y niñas más pobres del país. Quienes trabajan a nivel internacional para velar por los derechos se han pronunciado sobre el tema. El Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas publicó la Observación General N°25, un documento que explicita cómo los derechos de niños, niñas y adolescentes se aplican al ecosistema digital. Los más de 700 niños y niñas consultados señalaron que las tecnologías digitales eran esenciales para su vida actual y para su futuro.
“Por medio de la tecnología digital, podemos obtener información de todas partes del mundo”; “[La tecnología digital] me permitió conocer aspectos importantes de mi propia identificación personal”; “Cuando estás triste, Internet puede ayudarte a ver cosas que te alegran”.
Es un gran paso para que los engranajes para favorecer derechos en entornos digitales aceleren su marcha. Las responsabilidades también están a la vista, necesidad de políticas públicas más abarcativas, sector privado comprometido con esas políticas, sociedad civil acompañando con programas y monitoreando esa realidad. Solo podremos pensar un horizonte de mayor igualdad de oportunidades si reducimos fuertemente la desigualdad en el acceso a dispositivos y conectividad que repercute en todos los ámbitos de la vida de niñas, niños, adolescentes y jóvenes. La falta de acceso se traduce en una forma alarmante de exclusión de derechos.
Poder “habitar” los entornos digitales de una manera adecuada es un derecho que debe ser garantizado para todas las niñeces de nuestro país, y los esfuerzos deben ser mucho mayores a los realizados hasta el momento.