Si hay algo que podemos afirmar es que el COVID-19 consolidó la tendencia que venía gestándose durante las dos primeras décadas de este siglo: la pandemia nos consagró como sociedad digital.
La tecnología fue funcional para la vida remota y a su vez la crisis sanitaria le fue funcional a la revolución digital impactando en nuestras vidas y generando dependencia de un modo que nunca imaginamos.
En medio de esta tormenta, la crianza se complejizó: padres y madres van y vienen entre expectativas y temores sobre el consumo de tecnología en sus hijos e hijas mientras sus vidas ya son inexorablemente digitales. La interacción con los dispositivos tiene muchas facetas contradictorias que se reflejan en la crianza digital y la hacen más compleja.
Las familias saben que internet ofrece la posibilidad de seguir aprendiendo, jugando, comunicándose y adquirir capacidades para prosperar en un mundo que sabemos será cada vez más digital, pero al mismo tiempo aumenta la preocupación por el bienestar de niños y niñas que crecen entre algoritmos y plataformas.
Los momentos de tránsito son una oportunidad para analizar lo vivido y prepararnos mejor para lo que viene. Estas ideas pueden orientar la reflexión respecto de la crianza en el mundo post pandémico:
#1 el sentido del tiempo de pantallas:
La aparición del COVID-19 provocó la necesidad de muchos padres y madres de adaptar y flexibilizar las pautas de los consumos digitales. La pandemia cambió el guión de la conversación y el concepto de tiempo de pantallas terminó de desvanecerse por completo porque entendimos que no todo el tiempo de pantallas es igual. Hoy el foco está puesto en las 3 C: contenidos, contexto y conexiones. Es decir: qué están haciendo con la tecnología, en qué momento y con quiénes. Son preguntas rectoras que estimulan el uso creativo y activo de las tecnologías digitales y promueven una vida digital equilibrada. Este balance que permite decidir cuándo conectarse y cuándo desconectarse, es una habilidad que debemos desarrollar no solo los niños/as, sino todos/as los/as ciudadanos/as del mundo (cada vez más) tecnológico.
Después de meses de aislamiento, estamos frente a la oportunidad de pensar como familia y elegir qué vale la pena hacer conectados y qué merece hacerse fuera de la pantalla.
#2 las habilidades clave para tiempos de cambio:
¿Qué tienen que aprender los niños y las niñas para desarrollarse plenamente y prosperar en un mundo desconocido y en transformación? y ¿cómo tienen que aprender?, ¿Hay un límite claro entre lo que aprenden en la escuela y fuera de la escuela?
La pandemia sirvió para hacernos preguntas básicas sobre los saberes y capacidades que los chicos y las chicas necesitan. Desde siempre el sistema educativo tuvo como misión ayudar a las nuevas generaciones a entender y contar con recursos para desempeñarse en el contexto en el que les toca vivir. En un mundo cada vez más digital, de cambios constantes, de crisis climáticas y pandemias, lo importante no es sólo adquirir conocimientos sino saber utilizarlos para hacer frente a nuevas situaciones. Cuando pensamos en el futuro, la única certeza que tenemos es precisamente la de un mundo impredecible. Por eso es tan importante que los chicos y chicas puedan desarrollar su creatividad para poder pensar y proponer soluciones a nuevos problemas, expresarse y compartir sus ideas y trabajar en conjunto con sus pares. Todas estas habilidades sientan las bases para seguir aprendiendo y poder adaptarse a nuevos contextos, cambiantes e inesperados.
#3 la doble lógica de la tecnología:
Hasta hace dos años, algunas personas aún se preguntaban si incluir los medios digitales y los dispositivos en la escuela. A partir del año 2020 la pregunta no es si hacerlo o no, sino cómo hacerlo.
La tecnología ya es parte de la educación y merece una doble mirada. Por un lado, constituye una necesidad porque sabemos que para desarrollarse en la sociedad actual los chicos y chicas deben entender el mundo tecnológico que los/las rodea y adquirir habilidades digitales. Conocer y comprender las tecnologías digitales los/las posiciona como usuarios más libres, más autónomos, más críticos y transformadores.
Por otro lado, los medios digitales son una oportunidad porque tienen el potencial de estimular el aprendizaje, las facetas inventivas, la creatividad, la imaginación. Aún más si nos extendemos al campo del pensamiento computacional y la programación donde se abren posibilidades de aprender a razonar lógica y sistemáticamente, entender causas y consecuencias, resolver problemas: aprender a pensar.
Entonces, ¿qué tecnologías y propuestas vamos a ofrecerles a los chicos y las chicas? ¿Aquellas que los pongan en lugares pasivos y siguiendo la marea de los algoritmos? ¿O aquellas que los inviten a amplificar sus capacidades, reflexionar, pensar y crear? Lo importante es estar abiertos a la tecnología y las oportunidades que estas brindan, pero siempre con una mirada crítica en la que el aprendizaje, sus intereses, la adquisición de habilidades y su pleno desarrollo, estén delante de la innovación y los avances.