Creatividad y pedagogía
18 de octubre 2022
¿Cómo ayudar a mejorar las oportunidades de niños y niñas que durante la pandemia quedaron aún más en desventaja?
La crisis generada por la pandemia de covid-19 evidenció y profundizó las desigualdades existentes a nivel educativo, social y económico en Latinoamérica. Por un lado se amplificó de manera inimaginada la presencia y dependencia de la tecnología en todos los ámbitos de nuestras vidas. Y al mismo tiempo -según un reciente informe de Unicef- alrededor de 86 millones de niños y niñas siguen sin retornar a las aulas en América Latina. El uso de soluciones de tecnología accesible resulta una oportunidad para las comunidades educativas, la vuelta a clases presenciales y las necesidades emergentes de la pospandemia, pero es imprescindible tener en cuenta diversos factores para poder efectivamente llegar a más niños, niñas, docentes y familias.
Claves para diseñar y seleccionar soluciones tecnológicas que favorezcan la inclusión y la diversidad:
- Que sean libres y gratuitas. Hoy encontramos en Internet muchos sitios que ofrecen “soluciones” aparentemente gratuitas, pero no lo son del todo, ya sea porque los pagamos con nuestros datos personales o porque tienen compras y suscripciones opcionales. Es indispensable saber descifrar los términos y condiciones como usuarios responsables y conscientes de lo que estamos seleccionando.
- Que sean diversas y multiculturales. Materiales y recursos que consideren y promuevan la participación de niñas, culturas diversas y sectores menos representados en el mundo digital. Esta perspectiva se refleja en múltiples dimensiones como el lenguaje, los colores y las imágenes. Los recursos y soluciones educativas diseñados con esta perspectiva logran transmitir un mensaje verdaderamente inclusivo.
- Que se puedan usar sin conexión a internet. En muchas comunidades educativas y familias de nuestra región la conectividad no está garantizada o es precaria. Por ello es importante seleccionar recursos que puedan descargarse e instalarse en las computadoras de la escuela, o en los dispositivos de docentes, de manera de poder utilizarlos fuera de línea.
- Que sean flexibles y sostenibles en el tiempo. Un recurso es valioso si podemos utilizarlo muchas veces, de diferentes maneras y para diversidad de proyectos o propósitos educativos y contenidos curriculares. Esta flexibilidad permite a los/as docentes un aprendizaje situado y adaptado a su contexto, pero además, contribuye a la exploración y apropiación de nuevos recursos didácticos.
- Que motiven y entusiasmen a estudiantes y, a la vez, promuevan el desarrollo de habilidades. En estos tiempos de vuelta a la presencialidad ¿cómo presentar actividades atractivas y a la vez formativas? Los modelos maker (aprender haciendo) de exploración y experimentación articulan estos dos elementos y ubican a niños y niñas en el centro de su propio trabajo, permitiéndoles crear y aprender según sus intereses, ritmos e inquietudes.
- Que fortalezcan y brinden herramientas a los adultos. Es ideal contar con soluciones que brinden herramientas a educadores y familias a fin de reducir brechas generacionales y fortalecer el diálogo y aprendizaje entre todas las partes.
La tecnología educativa puede generar nuevas conexiones entre estudiantes, docentes, familias, tutores y la comunidad educativa en general, permitiendo la creación de redes de apoyo al aprendizaje, tanto dentro como fuera de las aulas, y promoviendo un mayor compromiso de todos con los procesos de enseñanza y aprendizaje. Para ello, cualquier aproximación que hagamos al uso de la tecnología debe atender y contemplar las diversas realidades, centrándose en lo educativo y no solo en lo tecnológico.
Ante la pregunta ¿cómo reinventar las clases en el mundo digital y al mismo tiempo garantizar la inclusión?, la primera pista es considerar a la pedagogía y la creatividad como base para la innovación en lugar de pensar en tecnología sofisticada. Comprender estas diferentes necesidades y contextos nos lleva a diseñar proyectos más inclusivos y flexibles.