Chicos.net LAB es el observatorio de investigación de la ONG que explora el vínculo y los efectos de la tecnología en los niños, niñas y jóvenes
La pandemia y sus consecuencias en la salud física y mental y en la rutina diaria han afectado transversalmente a las y los adolescentes argentinos. La segunda ola, que comenzó en abril de este año, resultó en un “continuo” de situaciones repetitivas, monótonas, que se arrastraron desde el año pasado. Esto impuso nuevas formas de escolaridad, encuentros virtuales con amigos, amigas y en menor medida con familiares, y actividades lúdicas y recreativas mediadas por las tecnologías de la información y la comunicación.
En este contexto, es fundamental explorar y comprender las experiencias y vivencias de los y las adolescentes. Para ello la Asociación Civil Chicos.net lanza Chicos.net LAB, un laboratorio de investigación que es el resultado de la línea de trabajo y exploración permanente que la organización ha desarrollado respecto de la comprensión del vínculo y los efectos de la tecnología en la subjetividad infantil y adolescente.
“Infancias y adolescencias están creciendo en un mundo cada vez más digital. Esta realidad exige comprender sus necesidades para poder acompañarlos/as y fortalecerlos/as a fin de que puedan desarrollarse plenamente en una sociedad en constante transformación”, afirma Mariela Reiman, directora de Chicos.net y asegura que el nuevo laboratorio de la ONG “permite darles la voz como punto de partida para el desarrollo de nuevas iniciativas y programas en los que la tecnología pueda constituirse como agente de inclusión y no de exclusión, colaborando hacia una sociedad más equitativa”.
Por su parte, Andrea Urbas, directora de la organización, menciona que “la concreción de Chicos.net Lab es el termómetro que necesitamos para comprender mejor cómo acompañar a les niñes, adolescentes y jóvenes de acuerdo a su contexto y habilidades digitales, para ampliar sus oportunidades y derechos“.
En el marco de este lanzamiento, Chicos.net LAB llevó a cabo, junto a Youniversal, consultora regional especializada en investigación y tendencias, una serie de entrevistas con adolescentes varones y mujeres de entre 13 y 18 años, de sectores medios y sectores populares del AMBA. El trabajo tiene como objetivo analizar hábitos, comportamientos y cambios en relación con la tecnología a partir de las experiencias vividas en este tiempo.
“En un contexto de tantos cambios es fundamental investigar cómo están atravesando el contexto las nuevas generaciones”, expresa Ximena Diaz Alarcón, Fundadora de Youniversal y añade: “Explorar su relación, expectativas y límites con la tecnología y con su mundo cotidiano nos permite comprender el hoy pero también tener una perspectiva futura”.
El desafío mayor que se desprende del informe es el de poder “dosificar” la cantidad de horas que los y las jóvenes disponen delante de las pantallas dentro los hogares. En este sentido, una de las adolescentes que participó del estudio (Mujer, NSE medio, 16 años) destacó la autorregulación que lograron: “el control me lo puse yo, porque el año pasado me pasaba todo el día frente a la pantalla… todos en mi casa estamos afectados al uso de la tecnología para estudiar o trabajar. Pero este año estamos mejor organizados”.
“Notamos que surgió la necesidad de autocontrolarse, de no excederse. El gran cambio versus el año pasado fue precisamente la conciencia de tomar el control de cuánto estar con los dispositivos, ya que la mayor conexión a clases y la imposibilidad de juntarse físicamente con sus pares les agregó varias horas por día de pantalla y cansancio”, afirmó Marcela Czarny, directora de Chicos.net y resaltó la importancia de esta autorregulación ya que “tiene que ver con la autonomía, el poder de discernir, decidir sobre la vida de uno, y ganarle a la tracción que proponen las apps y redes sociales”.
El sondeo mostró que muchas veces, la búsqueda de desconexión es sugerida por los propios padres y madres, preocupados por los efectos del exceso de tecnología en la vida de sus hijos y en su salud emocional. Para ello, les proponen realizar actividades de esparcimiento offline (desde tocar guitarra, cantar, bailar, cocinar, pintar), y otras que sí incluyen la tecnología pero no en “modo productivo” como sucede con la escuela, sino como recreos mentales y físicos que divierten y descomprimen la rutina.
“La explosión de la pandemia trajo un desborde con respecto a la cantidad de horas frente a la pantalla, que luego se fue autorregulando”, describe Marcela y agrega: “Estos controles parecen estar ya internalizados en la segunda ola. Y si no están del todo internalizados, por lo menos hay una conciencia del exceso que puede haber cuando no hay un límite, un apagar los dispositivos por un rato aunque sea”.
Mientras que otro joven (Varón, NSE medio, 14 años) expresó que “ahora no me controlan tanto porque saben que yo me controlo solo, pero tuve que soltar la tecnología unos días para volver al eje. No es que había reglas, pero ahora yo me pongo límites”.
Sin embargo, algunos chicos y chicas reconocen que igual necesitan la mirada del adulto. “Yo me controlo, pero mi vieja también está presente. Me dice que se va a acostar, que en un rato apague y yo lo hago. Pero si apago en un rato más largo, sé que me estoy pasando, y si tengo que terminar algo, lo termino”, afirma un varón, NSE medio, de 16 años.
“Es importante continuar estimulando el espíritu crítico de los y las adolescentes sobre el tiempo y la calidad de las actividades que realizan con la tecnología y cómo eso repercute en su entorno y en ellos mismos”, concluye la directora de Chicos.net.