El jueves 25 de abril, como cada cuarto jueves del mes de abril, celebraremos el Día Internacional de las Niñas en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), con el objetivo de alentar las vocaciones tecnológicas en igualdad de condiciones para todos los géneros y así colaborar en reducir las brechas que relegan a las mujeres tanto en el uso de las tecnologías como en su participación en áreas de estudio y de trabajo afines al campo.
La fecha fue instaurada en 2010 por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), el organismo de las Naciones Unidas especializado en las TIC, compuesto actualmente por 193 países y más de 800 entidades del sector privado e instituciones académicas. La organización convoca a Estados, empresas, instituciones educativas y organizaciones de la sociedad civil a realizar eventos para sumarse a la celebración.
Una de las motivaciones principales de esta iniciativa mundial es la acuciante necesidad de la industria tecnológica de incorporar mano de obra calificada. Sin embargo, es una motivación que queda trunca en relación a acortar las brechas de género en el sector, si es que no se propone modificar también las razones de fondo por las cuales las mujeres son mayormente excluidas de esos ámbitos. Esto implica transformar una cultura basada en estereotipos de género que, desde la infancia, aleja a las niñas y mujeres jóvenes de las matemáticas, las ingenierías, la informática o las ciencias. También requiere de cambios drásticos en ciertas prácticas naturalizadas en aquellos espacios de estudio y de trabajo que suelen estar muy masculinizados, en especial en los niveles superiores. Por ejemplo, no tolerar la desvalorización y el descrédito hacia las mujeres; promover la distribución equitativa de los trabajos de cuidado y otras tareas domésticas no remuneradas que recaen casi exclusivamente sobre las mujeres así como habilitar medidas para la conciliación de un proyecto de familia con la carrera profesional; a su vez es necesario un compromiso fuerte para erradicar el acoso y las violencias contra las mujeres en esos lugares, entre otras medidas.
Desde la infancia, los estereotipos de género afectan sobre la percepción que tenemos cada quien de las propias capacidades y las de las personas de otro sexo, y todo ello influye en las decisiones vocacionales a futuro. Y también impacta en el presente de niñas, niños y adolescentes.
Las TIC son hoy un espacio más de socialización y una “puerta de acceso a derechos”, ya que a través de éstas niñas, niños y adolescentes ejercitan muchos de sus derechos. En este contexto de cambios vertiginosos, se vuelve esencial garantizar para todas las infancias y adolescencias el acceso a TIC y un uso significativo y crítico de las mismas, sin sesgos de género.
Desde nuestro rol de familias, docentes y otras personas adultas involucradas en la crianza de niñas y niños, también estamos interpeladas para cambiar esta situación de desventaja para las niñas. ¿Cómo empezar? No hay recetas únicas. Un primer paso nos lleva a encarar una revisión cotidiana de aquellas prácticas, imaginarios, valores y conductas que fueron moldeadas socialmente desde una matriz sexista y que por ello desmotivan el desarrollo de vocaciones científico-tecnológicos en igualdad de condiciones para chicas y chicos.
En este sentido, compartimos algunas ideas para poner en práctica con la intención de comenzar a revertir estas tendencias: enseñar que las habilidades científico-técnicas se aprenden y no son innatas; identificar y cuestionar los estereotipos junto a los chicos y las chicas; dar a conocer referencias de personajes inspiradores por sus logros en el campo, tanto masculinos como -sobre todo- femeninos; dar oportunidades de jugar y explorar también a las niñas que lo deseen.
Creemos importante motivar a niñas y adolescentes a estudiar e involucrarse en las disciplinas STEM porque es bueno para ellas y para toda la comunidad. Una sociedad con equidad de género y paridad en todas sus dimensiones es una sociedad más justa y pacífica. Pero debe quedar claro que las mujeres y niñas no necesitamos de explicaciones especiales ni dispositivos pintados de rosa para alentar nuestras vocaciones científico-tecnológicas. Lo que necesitamos son entornos libres de violencia, discriminación y estereotipos. Reforzar la confianza y autoestima en las niñas para que puedan confrontar los patrones culturales sexistas por los que se descree de la capacidad femenina. Y, finalmente y no menos importante, que los varones revisen sus privilegios. Todo esto requiere de un cambio social y cultural, que es cierto lleva tiempo y es a largo plazo.
Esta revolución cultural que protagonizamos las mujeres ya está en marcha y no hay vuelta atrás en las conquistas políticas alcanzadas colectivamente, pero es necesario acelerarla. Para eso, la mejor estrategia que tenemos es la Educación Sexual Integral (ESI), laica y basada en evidencia científica.
La ESI es un derecho de niños, niñas y adolescentes (Ley 26.150/2006) y se entiende como un enfoque que considera la sexualidad en todas sus dimensiones, no solamente la biologicista, sino también los aspectos socio-históricos, culturales, psicológicos, afectivos, espirituales y éticos. Esta concepción incluye la identificación y revisión de mitos, prejuicios y mandatos de géneros que atraviesan las relaciones sociales, entre otros objetivos.
Llegará un día en que como sociedad no necesitemos más de una fecha especial para sensibilizar sobre la brecha de género en las tecnologías, ni en otros ámbitos. Mientras tanto, celebramos iniciativas como estas y abogamos por más ESI en todas las escuelas.
Recomendaciones para favorecer el interés, la motivación y la participación de niños y niñas en las áreas STEM*:
*adaptadas del documento de la investigación Infancia, Ciencia y Tecnología: un análisis de género desde el entorno familiar, educativo y cultural, que realizaron en conjunto Flacso, Chicos.net y Disney en 2017
Algunos recursos disponibles para celebrar este día:
Datito para la agenda en OCTUBRE