El desafío de acompañar a niños, niñas y adolescentes a ser ciudadan@s con voz y voto propios.
“Sos muy chico para entenderlo”, “Cuando seas grande, vas a poder hacer lo que quieras. Ahora decido yo”.
De niñ@s nos criamos con estas frases y juramos revertirlas. Pero cuando llega el momento en donde pasamos al otro lado del mostrador, nos vienen desde el pasado los esquemas con los que fuimos educados y estamos siempre tratando de no repetir viejos modelos de educación y crianza.
Claro que la sociedad avanzó, y existen incontables iniciativas para estimular la participación de los y las chic@s en diferentes ámbitos, pero…¿hasta dónde soportamos la REAL determinación de ell@s con sus gustos, sus ideales diferentes a los nuestros? Los adultismos1 son una muestra más de las dificultades que atravesamos cuando queremos definir nuestro rol en relación a quienes todavía están en proceso de desarrollo evolutivo. Las relaciones de poder, los esquemas familiares e institucionales, y el entendimiento acerca de lo que es la niñez han cambiado pero en un mundo todavía muy atado a paradigmas tradicionales.
De todos modos, sabemos, creemos, estamos convencidos que la participación de niños, niñas y adolescentes es una práctica que beneficia a toda la sociedad.
Para ayudarnos a entender este concepto, veamos un poco de historia:
La participación de la niñez aparece por primera vez en el artículo 12 de la Convención de los Derechos del Niño- que pronto cumple 30 años- donde se trata el derecho del niño –y la niña- a ser escuchado:
1. Los Estados Partes garantizarán al niño que esté en condiciones de formarse un juicio propio el derecho de expresar su opinión libremente en todos los asuntos que afectan al niño, teniéndose debidamente en cuenta las opiniones del niño, en función de la edad y madurez del niño.
2. Con tal fin, se dará en particular al niño oportunidad de ser escuchado en todo procedimiento judicial o administrativo que afecte al niño, ya sea directamente o por medio de un representante o de un órgano apropiado, en consonancia con las normas de procedimiento de la ley nacional.
En junio de 2009, el Comité de los Derechos del Niño adoptó una Observación General sobre el Derecho de Niño a Ser Escuchado, que resume el Artículo 12 y especifica cómo debe ser entendida realmente la participación infantil.
Dos claves importantes podemos sacar de estas dos convenciones que cambiaron la percepción sobre las niñas y niños en la sociedad:
Si bien tienen estos derechos, jamás deben ser obligados a participar. A aquellos que deseen participar, no obstante, se les debe brindar suficiente tiempo y apoyo adecuado para que elaboren y expresen sus opiniones (Save the children, 2015).
No podemos negar que la niñez es una etapa de desarrollo y crecimiento en varios niveles. Tener muy en cuenta la madurez, el estadío evolutivo de quienes queremos activos es importante, especialmente para que no se vuelvan adultos pequeños. La pregunta de cómo fomentar la participación desplegando en su totalidad todos los potenciales pero respetando el nivel madurativo es crucial.
Por otro lado, en nuestras sociedades hay una creencia consensuada en donde vemos a la niñez como preparación para la vida adulta y esto supone que los NNyA son “proyectos de adultos”. La convención trata de revertir esta concepción de la infancia como una sala de espera , y propone que la niñez es una forma de ser persona hoy, válida y respetable; no es una fase de la vida definida a partir de las ideas de dependencia o subordinación a los padres u otros adultos, sino que es una etapa de desarrollo efectivo y progresivo de la autonomía personal, social y jurídica” (UNICEF, 2013).
Para que la participación sea genuina, primero los adultos tenemos que pensar cómo nos interpela esa acción. Y hasta dónde estamos dispuestos a escuchar y a ceder poder.
Los y las desafiamos a pensar el crecimiento de niños y niñas no como un proceso cuyo fin es ser un adulto per se, sino como un camino de adquisición de experiencias y aprendizajes, esencial para que sean vistos como sujetos autónomos (y entonces respetar sus gustos, sus decisiones, sus opiniones). Y a entender que lo que hace valioso el acompañamiento de los adultos es el cúmulo de experiencias significativas y no el hecho de tener más años. Esto permite una escucha atenta y desjerarquizada sobre las opiniones y propuestas de los niños, niñas y adolescentes en cuestión. Y seguramente ayudará a que los procesos de participación de los niños, niñas y adolescentes que nos rodean sean menos “simulacros” y más procesos verdaderos, profundos en donde los y las adultas ayudamos a pensar, a esclarecer ideas y después damos paso a que puedan ser realidad.
La organización Save the Children , de quien Chicos.net es socia activa, nos propone diferentes modos de abordar la participación juvenil. Estos enfoques marcan diferentes grados de involucramiento, sin embargo, son válidos y pueden ser adecuados —y efectivos— según las circunstancias.
La PARTICIPACIÓN CONSULTIVA es un enfoque iniciado por adultos, dirigido por adultos y gestionado por ellos. En esencia, es un proceso para que los adultos averigüen las opiniones de los niños y niñas con el fin de conocer y acceder mejor a la información sobre sus vidas. Si bien este enfoque particular valora la experiencia que poseen los niños y niñas, no permite que se comparta o transfiera el proceso de toma de decisiones hacia los propios niños.
La PARTICIPACIÓN COLABORATIVA es un enfoque que toma en consideración una mayor alianza entre los niños y niñas y los adultos. […] El enfoque colaborativo permite participar a los niños y niñas en cualquier etapa de una decisión, iniciativa, proyecto o servicio. Con una participación en el proceso de toma de decisiones, los niños y niñas podrían: participar en el diseño y realización de investigaciones y elaboración de políticas, hallar representantes en directorios y en comités, tener la oportunidad de identificar asuntos relevantes para una investigación y ayudar a elaborar metodologías, y ser parte de las futuras novedades, donde podrán ser testigos de cómo sus aportes afectaron el cambio.
La PARTICIPACIÓN DIRIGIDA POR NIÑOS Y NIÑAS es un enfoque completamente liderado por niños y niñas. Mientras los adultos pueden colaborar como facilitadores, proveedores de recursos, asistentes técnicos o trabajadores de protección infantil, en última instancia los niños y niñas controlan y dirigen el proceso.
1 Este concepto se refiere a cualquier comportamiento, acción o lenguaje que limita o pone en duda las capacidades de los adolescentes, por el solo hecho de tener menos años de vida. Los mensajes adultistas son comunes en nuestra relación con los adolescentes y se expresan en frases como “cuando seas grande puedes dar tu opinión”, “cuando tú vas yo vengo de vuelta”, “es mejor que las decisiones las tome yo, porque tengo más experiencia que ustedes” (UNICEF, 2013).