¿En qué están pensando los y las jóvenes en este momento? ¿Qué ideas y pensamientos esconden sus dedos veloces detrás de las pantallas?
Entro al sitio que frecuentaba Lara, la niña de 15 años que se disparó en la una escuela de La Plata, y la piel se me eriza. La principal característica de plataforma www.voxed.net es el anonimato, borra la identidad de quien escribe para dar lugar a una serie de publicaciones con un altísimo grado de racismo, decadencia y morbosidad que asusta.
Ante el caso de Lara, las preguntas que nos hacemos como adultos responsables de la crianza de estos niños, niñas, adolescentes y jóvenes son muchas. En particular, esta red me genera una fuerte sensación de desconocimiento de esa población. ¿Quiénes son los integrantes de esa comunidad? Más allá de su anonimato, intuyo rápidamente, por cómo y qué escriben, que la mayoría son jóvenes adolescentes. Ese anonimato y seudónimos abren las puertas para decir lo que uno no se anima a decir en persona. No hay filtros, el súper yo no opera identificando lo que está bien de lo que no.
¿De dónde sale ese grado de violencia? ¿Quiénes son esos chicos que hablan con un tono extremadamente racista cuando se refieren a personas de otro color de piel, otra nacionalidad, otro nivel social? Esas preguntas me abruman. En esta nota me limitaré a replicar sólo algunos de los posteos, para invitar a la reflexión. Los mensajes que compartiré son sólo una muestra de lo que sucede en esa plataforma, pero no es lo más grave. Los invito a navegarla por su cuenta para conocer más y evaluar con más detalle lo que aquí nos ocupa.
“¿Es verdad que si te suicidás te volvés famoso y todos te quieren?”
¿Qué nos estamos perdiendo? Mientras escribo esto pienso: ¿Cuál es la responsabilidad de nosotros los adultos? ¿Por qué esa pregunta no llega a espacios de reflexión con los docentes, con los padres? ¿Quién está para contestar esa pregunta que se la debe hacer más de un chico o chica? Es tan profunda su duda. Es tan adolescente. El único modo de confirmar que no estemos mirando para otro lado es incluir a los y las adolescentes en las decisiones de cómo implementar programas de contención. Es evidente que no estamos sabiendo por dónde van los chicos y chicas.
“Esperemos que alguien le haya sacado una foto y la suba acá al mejor estilo”
¿Cuántos sitios como éste habrá? ¿Y qué se puede hacer? ¿Prohibirlos? ¿Pedirles que pongan un botón de ayuda al suicida? ¿Bloquear este tipo de comentarios morbosos? La discusión de la libertad de Internet versus el “interés supremo del bienestar de niños, niñas y adolescentes” que brega la Convención Internacional todavía está en sus primeros estadios. La responsabilidad de minimizar los riesgos, debe ser compartida: El Estado, la familia, los mismos niños, niñas y adolescentes, las empresas proveedoras de plataformas y conectividad deben incluirse en cómo minimizar los peligros.
“La página nunca había estado tan activa, que se metiera ese pepazo es lo mejor que le ha pasado al sitio”
¿Desde qué paradigma, qué lenguaje, qué valores hablar con el sujeto que publicó esto? Promover un diálogo genuino, acercarnos a estas otras culturas subterráneas, al sufrimiento de los y las jóvenes es lo primero que tenemos que hacer. Darnos tiempo para esto. Analizar junto a ellos el mar de violencia y barbaridades que se esconden en el anonimato de Internet. Promover el entendimiento de que el mundo VIRTUAL también es REAL, y que lo que se dice allí confirma la moral, los valores, los deseos de cada uno, aunque sea escudado en un seudónimo.
“El jueves voy a suicidarme en la escuela y lo voy a transmitir en directo”
Nada más real lo que pasó con ese anuncio de Lara de unos días antes. Nada más real de lo que se ve en el sitio mencionado horas después del trágico suceso: Entre tanto morbo hay una publicación con la foto de la división de Lara en el patio de la escuela. El autor o autora explica quién es cada uno con una crudeza que hiela. Esta persona convivió con Lara. Esta persona es alguien cercano a su mundo, que volvió ayer a su casa y a las horas de lo sucedido editó una foto escolar, tan tierna como cualquiera. ¿Quién es? ¿Qué adulto toma el guante de los estereotipos expresados para desanudar los prejuicios del grupo?
“Yo tuve una compañera que el último año se volvió loca y le pintó bardearme todo el tiempo, hasta me corría por la 50 yendo a Educación Física. Me llegó a putear frente a una docente antes de empezar la clase. Sabes a quién sacaron del aula y mandaron con la psicopedagoga? A mí”.
La necesidad que la escuela contenga y vea más allá de los contenidos por materia; la urgencia que los padres dialoguen más con sus hijos es imperiosa.
“Voy a robarle el revolver a mi papá antes de salir para el colegio y pienso pegarme el balazo en la primera hora, así que si no se quieren perder el directo, van a tener que estar atentos a las 7:50 de la mañana. Tengo 5 balas si en ese momento se da para matar a 3 o 4 compañeros, joya. Pero mi misión principal es el suicidio”
En su publicación anónima, Lara también habló fríamente del revolver de su padre, símbolo eterno de la violencia. Estaba al alcance de su mano. Internet es testigo de esto un día antes. Pero no sirvió para nada.
Construir puentes
Hoy, después de haber leído las publicaciones en ese sitio, tengo en claro que hay un abismo entre nuestro mundo y el de esos chicos y chicas.
¿Qué podemos hacer los adultos? Sólo podemos aspirar a construir PUENTES,entre generaciones, entre culturas. Puentes entre los que tienen el poder y los que no. Entre los que son “populares” y los que se quedan afuera del mundo de los lindos, ricos, famosos, inteligentes… Los chicos no nacieron de un repollo, por el contrario, han tomado los valores de la sociedad que le ofrecimos nosotros, los adultos, y los aplican de modos que no conocemos.
PUENTES a través de los cuales podamos, por un lado, conocer más lo que sienten, temen, hacen, sugieren nuestros hijos e hijas, alumnos y alumnas. Puentes para aprender de ellos.
Por otro lado, intentar transmitir, humildemente, los valores que pretendemos que perduren en las próximas generaciones. Dialogar empática y sinceramente. En Internet y en la escuela. On y off line.