En la era de fundamentalismos, sobreinformación y noticias falsas, las imágenes con alta carga de violencia circulan en las redes cada vez con más fuerza. Mientras el mundo está sumido en guerras y actos de terrorismo sin precedentes, en las redes se difunden imágenes difíciles de procesar. Los contenidos digitales exacerban los hechos de por sí y apelan a las emociones más primarias de los usuarios. Los chicos y chicas no cuentan todavía con la madurez emocional para poder procesar este combo, pudiendo generar sentimientos encontrados, miedo, angustias e impotencia. Y entonces, ¿cómo acompañar en estos tiempos?
Antes de ayudar a tu hija o hijo, es importante que puedas hacer un ejercicio de introspección acerca de qué es lo que te pasa a vos con lo que está sucediendo y lo que circula en las redes sociales. Tomate tu tiempo para conocer los hechos a partir de fuentes fiables y precisas, y no te dejes llevar por la desinformación. Buscá puntos de vista diferentes. Tratá de encontrar salidas y soluciones esperanzadoras.
Recién después de este análisis, comenzá observando si tu hija/o ya está al tanto de lo que sucede y en qué grado. Esto es importante para acompañarlos en sus propios tiempos y necesidades.
Si tenés hijos pequeños, intentá ver las noticias en privado, con auriculares o después de que se hayan ido a la cama, para que no tengan tanta exposición a imágenes y sonidos de violencia. Aunque pueda parecer inofensivo dejar las noticias de fondo, tratá de evitarlo: escuchar o ver escenas de violencia (más que nada cuando afectan a familias y niños) puede conllevar sensaciones de angustia y ansiedad.
Puede resultar tentador prohibir usar ciertas apps o redes. Pero ciertos eventos tienen una magnitud tan grande que lo más probable es que, si circulan en la sociedad, tu hija/hijo ya esté al tanto. Por eso, lo mejor es abordar el tema en casa a tiempo, teniendo en cuenta su grado de madurez, escuchando primero sus versiones de los hechos y viendo junto a ellos y ellas lo que han estado consumiendo en las redes sociales.
Una forma de encarar la conversación es armar una lista de preguntas para debatir en la mesa y hacer un breve diagnóstico -sin juzgar- de lo que saben, de los puntos de vista, de lo que ya han visto y oído, de las fuentes que utilizaron.
Buscá momentos cotidianos para este tipo de conversaciones: puede ser en la mesa familiar, pero también cuando hacen alguna actividad juntos o cuando viajan en el auto. Los chicos más pequeños pueden tener dificultades para expresar sus emociones verbalmente, así que se puede probar también con dibujos o imágenes.
Cuando converses sobre este tema, dejá en claro que la violencia nunca es la solución para resolver conflictos. Cuando tenemos desacuerdos con hermanos, compañeros de clase u otras personas, tenemos que utilizar nuestras palabras para resolverlos. Explicale que si alguna vez viven o son testigos de situaciones de acoso, pueden contárselo a un familiar, profesor o adulto de confianza.
En las redes sociales, los contenidos corren muy rápido y de forma aleatoria: se puede pasar de ver un video de un gatito a ver otro con un alto contenido de violencia sin relación de continuidad. Las plataformas año a año trabajan en la moderación de contenidos, pero todavía hay muchos que se les escapan.
Durante los periodos de mayor conflicto, te recomendamos navegar juntos por las redes sociales y comentar lo que ven.
En contextos de mucho consumo de noticias violentas, pueden aparecer signos de ansiedad en chicos y chicas. Algunas señales para notarlo son la dificultad para dormir, los dolores de cabeza, comer poco o demasiado, entre otros.
Mantener un horario y una rutina puede ayudar a que chicos y chicas sientan más estabilidad, especialmente en tiempos de conflicto o estrés. Así los preparamos para afrontar mejor las situaciones difíciles con fortaleza y equilibrio.
Si ves que los síntomas de ansiedad persisten, consultá con algún profesional.
Te recomendamos pautar en familia algunos momentos sin pantallas, para poder descansar y conectar con otras percepciones. Cenas y almuerzos, juegos de mesa y deportes, artesanías, caminatas. En estos momentos, consensuar que los celulares (el de tus hijos, ¡pero también el tuyo!) estén apagados o fuera del alcance para no sucumbir a la tentación de mirarlo.
En un mundo repleto de informaciones, es esencial ayudar a nuestros hijos a seleccionar y verificar los contenidos que consumen y analizarlos desde distintas perspectivas. Una buena estrategia es enseñarles a hacerse preguntas sobre lo que ven y leen. Por ejemplo: ¿Quién escribe esto? ¿Cuál es su modo de pensar, la ideología desde la cual publica? ¿En qué medio y cuándo se ha publicado? ¿Qué información no se está contando? El objetivo es que puedan desarrollar su curiosidad y su pensamiento crítico para tener una comprensión más profunda y compleja de los hechos y cómo se cuentan en los diferentes formatos.
Algo que puede generar mucha angustia en chicos y chicas es ser testigos o consumir actos de violencia contra otros niños de su edad o personas con quienes tienen algo en común, ya sea la religión, la nacionalidad, la cultura, el género, la etnia, entre otros. Cuando vemos o nos enteramos de alguna noticia que nos atraviesa, es importante prestar atención a las conexiones por las cuales nos sensibilizamos más que con otros sucesos.
Si ves a tu hija o hijo muy preocupado, es importante dejarle en claro que las personas adultas lo van a cuidar y que ante cualquier duda estás ahí para hablar si algo les incomoda o si tienen alguna inquietud sobre el tema.
En medio de la ansiedad, el miedo y la injusticia que suelen atravesar estos hechos, siempre hay historias que muestran la bondad del ser humano. Compartir relatos de este tipo en familia puede ayudar a no desanimarse tanto con el contexto. También pueden servir como disparadores para hablar sobre otras formas significativas de contribuir al mundo con acciones positivas.
Más que nada en la adolescencia y en la preadolescencia, chicos y chicas pueden tener interés en realizar acciones sobre temáticas que los y las convocan. Las actividades pueden ser comunicar sus ideas a través de las redes, juntar fondos para una causa, ir a una marcha o participar en organizaciones comunitarias. El activismo puede ayudarlos a afrontar sentimientos de desesperanza, angustia o frustración.